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La necesidad de comunicarse ha estado siempre presente en el ser humano. Somos criaturas sociables y con la necesidad imperiosa de relacionarnos con los demás.

Desde que nacemos nos comunicamos con nuestro entorno familiar y durante este tiempo se crearán las bases de educación social y la incorporación de valores. Más tarde, comienza nuestra vida escolar que en el mejor de los casos nos ocupará hasta la Universidad. En este tiempo se adquiere el conocimiento de las cosas.

En estas últimas décadas, con la incorporación de las TIC (Tecnologías de la Información y Comunicación) al aula, se ha facilitado el desarrollo de un aprendizaje más personalizado. La figura del profesor que dicta una clase, independientemente del nivel de comprensión de sus alumnos, ha cambiado rotundamente, tal como el dibujante francés Jean-Marc Coté imaginó en 1899. Las TIC en las aulas facilitan el aprendizaje personalizado a través de una tutoría del profesor y el desarrollo de la creatividad y competencias aumenta exponencialmente.

La educación está constantemente influenciada por los cambios sociales y en este caso también por los tecnológicos. La integración de las TIC en las aulas y el fomento de actitudes innovadoras fueron algunos de los puntos tratados en el Observatorio Sectorial Innovación y Tendencias en Educación: “La no integración de las TIC en las aulas provocará un crecimiento en la brecha tecnológica entre los jóvenes y la sociedad”.

Pero también el exceso incontrolado y su mal uso pueden traernos problemas, como afirma el periódico digital expansion.com en su apartado sobre tecnología. El rector de la Universidad Pontificia de Comillas, Julio Martínez Martínez, advierte del riesgo de la “deshumanización de la educación ante el exceso o mal uso de la tecnología” y Félix Serrano Delgado, director del Instituto Nacional de Tecnologías Educativas y Formación del profesorado (INTEF) del Ministerio de Educación de España afirma que “Poner tecnología en el aula sin más no resuelve el problema, sino que lo crea, a no ser que esté acompañado de un conjunto de medidas. Tiene que haber un proyecto de innovación y tecnología en la organización educativa”.

A pesar de ello, negar esta realidad es cerrar los ojos a lo evidente: la tecnología ha invadido las aulas, su incorporación no es más que un reflejo de la importancia que tiene en el mundo en el que vivimos. Nuestros alumnos ya disponen de dispositivos móviles más potentes que los ordenadores utilizados en el Apolo XII por la NASA.

¿Dónde está el reto? Si los alumnos ya son nativos digitales, expertos en estas tecnologías, tendremos que intentar que la brecha digital no nos separe de ellos en el aula.

Vicente Gorgues, docente especializado en TIC, afirma en el periódico digital levante-emv.com “Los profesores, en algunas ocasiones, nos encontramos con alumnos nativos digitales que dominan los medios mejor que nosotros. Muchos de los que están al frente de la responsabilidad diaria de la enseñanza pertenecen a una generación que se educó con fichas de papel y fotocopias y en muy poco han tenido que abandonar la máquina de escribir y dejarse arrastrar por la velocidad de la informática y aprender a navegar por Internet”.

Las aulas siempre han tenido cuatro paredes, ahora están llenas de ventanas abiertas al mundo, y el profesor no puede ser una barrera, debe suscitar el espíritu crítico en sus alumnos. El docente se debe convertir en un tutor, su finalidad debe estar en orientar al alumno en su desarrollo e impartir conocimientos en el uso de las TIC. El problema puede estar en cómo integrar el conocimiento de la lengua, las matemáticas, la historia, el razonamiento, utilizando estas tecnologías, pues es él quien debe permeabilizar el uso de las TIC.

¿Cómo incorporan los docentes el conocimiento de las TIC? Habrá que leer y estudiar, practicar y aprender. Lo último que deben hacer es bloquearse o negarlas.

Autor: Antonio Lerma
Fuente: educacion.editorialaces.com